Maike Remane (*1964) es una artista alemana cuya relación con la pintura comenzó muy pronto: a los diez años ganó el Primer Premio del Concurso de Pintura LBS de Hannover en 1974. Este temprano reconocimiento marcó el inicio de una trayectoria artística que duró toda su vida.
Desde 2004 expone activamente en exposiciones individuales y colectivas en Alemania y España. En 2012, comenzó estudios formales en la Universidad de Arte de Braunschweig (HBK), y desde 2017, se ha dedicado plenamente a su carrera artística desde su propio estudio. Su desarrollo se ha visto enriquecido por residencias y viajes de estudio a Italia (Vittorio Veneto), Brasil y Lisboa, donde colaboró con artistas como Georg Kleber, Günther Reil y Andrei Krioukow.
Su obra se ha expuesto en simposios internacionales de artistas en Polonia y Alemania, así como en instituciones como el Museo Casa del Cable de Xàbia (España). Sus cuadros forman parte de colecciones públicas y privadas de Alemania, España y Dubai. 
 

Su estilo y enfoque artísticos

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 La obra de Maike Remane se mueve con fluidez entre la abstracción y la figuración simbólica. Sus cuadros evolucionan en capas visibles, y cada paso del proceso contribuye a la composición final. Forma, color y emoción se funden en obras unificadas y expresivas en las que el acto de pintar es tan importante como el resultado.
Su estilo se define por una fuerte calidad gestual y profundidad emocional. El uso de la tinta y la pintura -a veces transparente, a veces espesa y con textura- crea movimiento y atmósfera, invitando al espectador a comprometerse a un nivel personal.
 

Como describe la propia artista:

 
«Un primer impulso. Un color. Un gesto, a veces también una palabra. Escrita en el lienzo. Un diálogo que hace visible el mundo interior. Que le da color, le da espacio. El diálogo continúa, capa a capa. A veces fluyendo con transparencia, a veces áspero y pastoso. Siempre en contacto, consciente de lo que es. Ahora mismo. Impresiones de un rico mundo exterior, vivido a lo largo y ancho del globo, reunidas en el interior. Se concentran y ahora fluyen sobre el lienzo. Cuando lo interno ha encontrado la claridad, el diálogo con el lienzo se vuelve más tranquilo. Un nuevo diálogo puede comenzar. Con usted, el espectador. Me alegro».